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¿Alguna vez has tenido que hacer caso a la señal: “Rómpase en caso de incendio”? Señalización contra incendios en la seguridad integral.
En el ámbito de la seguridad contra incendios, uno de los elementos más reconocibles y universales es la señal “Rómpase en caso de incendio”. Esta pequeña placa de color rojo con letras blancas no es un simple detalle visual, sino una instrucción directa y de carácter obligatorio que puede marcar la diferencia entre controlar una emergencia o sufrir consecuencias graves.
La señal cumple una doble función: por un lado, advierte de que detrás de la cubierta protectora se encuentra un dispositivo de emergencia, y por otro, evita el uso indebido de los equipos, garantizando que estos permanezcan intactos hasta el momento en que realmente se necesiten.
El mensaje “Rómpase en caso de incendio” tiene una finalidad inequívoca: indicar que, en caso de emergencia real, debe romperse el cristal o protector de metacrilato que resguarda un equipo de intervención inmediata. Su diseño está pensado para que cualquier persona pueda identificarlo al instante, incluso en condiciones de baja visibilidad provocadas por el humo.
Detrás de estas señales se encuentran dispositivos clave como pulsadores de alarma, sistemas automáticos de disparo o hidrantes. Sin embargo, uno de los equipos más frecuentes es la boca de incendio equipada (BIE), cuya función es proporcionar agua a presión para sofocar el fuego en sus primeras fases y facilitar la intervención rápida mientras llegan los bomberos.
La normativa española, a través del Real Decreto 513/2017 (RIPCI), establece que las señales de protección contra incendios deben situarse entre 1,60 y 2,20 metros de altura respecto al suelo. Este rango garantiza que sean visibles incluso en situaciones de humo denso y que se encuentren al alcance de la mayoría de personas.
Además, deben colocarse en puntos estratégicos, siempre cerca del equipo al que hacen referencia, evitando obstáculos visuales o físicos que dificulten el acceso. La instalación debe seguir estrictamente las normas UNE 23035-4 e ISO 7010, que regulan la simbología, dimensiones y colores de seguridad.
Para cumplir con la legislación vigente, las señales de “Rómpase en caso de incendio” deben reunir una serie de características técnicas esenciales:
Medidas estándar: generalmente 190 x 90 mm, aunque puede variar según la ubicación y el dispositivo protegido.
Material: PVC rígido o vinilo de alta resistencia, diseñado para soportar humedad, altas temperaturas y exposición a la luz solar.
Colores homologados: fondo rojo y letras blancas, siguiendo las recomendaciones de la normativa UNE.
Durabilidad: resistencia a la abrasión y estabilidad cromática para mantener su legibilidad a lo largo del tiempo.
Certificación: deben estar fabricadas bajo estándares nacionales o europeos que garanticen su eficacia y homologación.
Estas condiciones aseguran que la señal no solo sea visible y clara, sino que cumpla también con su papel legal y preventivo.
La efectividad de la señalización depende en gran medida de su ubicación. Los lugares más habituales en los que encontramos la señal “rompase en caso de incendio” incluyen:
Encima de pulsadores manuales de alarma.
En puertas o armarios de BIE (boca de incendio equipada).
Sobre válvulas de control y cuadros de disparo de sistemas automáticos.
En la proximidad de hidrantes y mandos de extinción.
Esta distribución permite una intervención inmediata en los primeros minutos de un incendio, etapa crucial para contener la propagación del fuego.
En muchos edificios, la señal “Rómpase en caso de incendio” se encuentra instalada junto a un extintor, protegido por un armario transparente. La razón es clara: evitar manipulaciones indebidas y garantizar que el equipo solo se utilice cuando realmente se necesita.
El extintor es la primera línea de defensa contra el fuego, por lo que contar con una señal visible que indique cómo acceder a él refuerza la seguridad general del inmueble. Además, esta señal asegura que cualquier persona pueda identificarlo con rapidez y actuar sin pérdida de tiempo.
En el mercado actual, la oferta de extintores valencia precios es muy variada, dependiendo del tipo de agente extintor, la capacidad y el nivel de certificación. Los precios suelen oscilar entre 25 € y 100 €, en función de sus características y homologaciones.
Junto con la adquisición del extintor, es imprescindible instalar la señalización correspondiente. Su coste es mínimo en comparación con el valor que aporta en términos de seguridad, ya que permite localizar de inmediato el equipo y garantiza el cumplimiento normativo.
La señalización de incendio también varía en función de los tipos de extintores que acompañe. Los más habituales son:
Extintores de agua y espuma: indicados para fuegos de clase A (materiales sólidos como madera, papel o textiles).
Extintores de CO₂: diseñados para fuegos de clase B y equipos eléctricos.
Extintores de polvo polivalente: útiles frente a fuegos de clase A, B y C.
Extintores especiales: como los de polvo para metales, empleados en industrias específicas.
Cada tipo requiere su correspondiente señal homologada, asegurando que los usuarios puedan identificar con rapidez el agente extintor más adecuado para cada escenario.
Aunque pueda parecer un elemento menor, la señal “Rómpase en caso de incendio” forma parte de una estrategia integral de prevención que abarca la instalación de equipos, la formación de los ocupantes y la revisión periódica de los sistemas de protección.
Su función es clara: ahorrar segundos vitales en una emergencia, evitar el mal uso de los dispositivos y garantizar que todo el sistema de protección contra incendios esté coordinado de manera eficaz.
La señal “Rómpase en caso de incendio” no es un accesorio, sino un elemento vital en la cadena de seguridad de cualquier edificio. Su correcta instalación, visibilidad y mantenimiento aseguran que los equipos de emergencia sean utilizados de manera adecuada en el momento preciso.
Desde la boca de incendio equipada hasta los extintores, pasando por los pulsadores y sistemas automáticos, todos estos recursos deben estar acompañados por una señalización clara y homologada. Su bajo coste y enorme impacto en la seguridad hacen de estas señales un pilar fundamental de la protección contra incendios.
En definitiva, la señalización es mucho más que un requisito legal: es una herramienta de comunicación vital que puede salvar vidas en los momentos más críticos.