Aunque nacemos con un grado mínimo de empatía, ésta se desarrolla con la edad y tiene que ver con la proliferación de las neuronas espejo, responsables de la observación e imitación de los estados emocionales del otro en lo que supone un intento del cerebro por experimentar lo que el otro está experimentando. Las maravillosas consecuencias de la expansión de estas neuronas son facilitar:
Por eso, a continuación os proponemos un juego que tiene como objetivo acercarse al punto de vista y la emoción del compañero o compañera, potenciando la empatía, “el arte de comprender emociones” y mejorando el bienestar en el aula.
Elige un conflicto surgido en clase entre dos alumnos. Por ejemplo: “Juan está enfadado con Luis porque éste le rompió el lápiz amarillo que aquél le prestó para colorear su dibujo en clase de plástica”.
Elige un buen momento para proponer a Juan y Luis jugar a ¡Camina un rato con mis zapatos!. Es necesario que puedan estar receptivos emocionalmente.
Explícale el objetivo de la actividad, si aceptan participar en ella: obtener herramientas para resolver conflictos a través de un juego divertido.
“Cuando”……. (me has roto mi lapiz) ..“he sentido”…(enfado )….“porque he pensado “que lo has roto porque no te importo… De la misma manera, Juan, contestará: Cuando he roto tu lápiz he sentido miedo porque he pensado que te ibas a enfadar conmigo”
Cambio de roles. Tras una primera escenificación en la que Juan hace de Juan y Luis de Luis. Invierte los roles incorporando la estructura anteriormente citada. Así, Juan y Luis tendrán la oportunidad de observar sus respectivas reacciones emocionales en la experiencia del otro.
Compartir experiencia. Juan y Luis hablan de cómo se han sentido en la piel del otro y qué efecto ha tenido ello en su perspectiva. ¿Se sienten más cercanos ahora? ¿Aumentó el grado de comprensión?, ¿Cómo fue vivir la experiencia en el rol del otro?
Procura crear una atmósfera lúdica y e interesante alrededor del juego.
Mahatma Gandhi sostenía que las tres cuartas partes de las miserias y malos entendidos en el mundo terminarían si las personas se pusieran en los zapatos de sus adversarios y entendieran su punto de vista, de ahí su famosa frase “Camina tres lunas con mis zapatos”.
La mayor parte de la humanidad no pone en duda este pensamiento, sin embargo, ¿cuántos de nosotros somos capaces de ser empáticos y llevarlo a diario a la práctica? Seguro que cualquiera responderíamos en voz alta y con firmeza ante el asombro de los más cercanos que lo realizamos habitualmente sin esfuerzo alguno
Esos a los que queremos y nos quieren y a los que en algún momento hemos visto un día (o varios) alterados, cínicos, fuera de tono y no tuvimos tiempo o ganas de pararnos a pensar que tenían un problema, una explicación para ese comportamiento y ni siquiera le preguntamos a qué se debía esa actitud ya que hemos dado por hecho que esa persona estaba insoportable porque sí……. esa empatía de la que hablábamos anteriormente, no ha acudido a nuestra cabeza y mucho menos a nuestro corazón.
Dedicado a nuestros alumnos pero también a algunas de sus mamás y papás.